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Aunque es un tema desagradable, los padres deben estar atentos a las heces de sus bebés para detectar cualquier anomalía y cuidar su salud. Por lo tanto, es necesario supervisar constantemente ciertos aspectos, como el aspecto de las heces y la presencia de algo indeseable, como sangre.
Respecto a la primera deposición de un bebé, el neonatólogo Jorge Uberman señala que no se trata de una deposición propiamente dicha, sino de la eliminación de meconio, un líquido oscuro y gelatinoso de color similar al petróleo, compuesto por células epiteliales intestinales, agua, bilis, líquido amniótico y lanugo. Esta sustancia llena el intestino del feto y suele eliminarse en las primeras 48 horas de vida.
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Más adelante, con el inicio de la lactancia, el color de las heces del bebé cambia a un tono amarillento o verdoso, pero mantiene su apariencia líquida. Una consistencia líquida, por lo tanto, no es motivo de preocupación. Huberman enfatiza que la presencia de líquido indica leche materna de buena calidad, y cualquier color que presente su bebé en esta etapa temprana de su vida no debería ser motivo de preocupación si no se acompaña de otros síntomas. El médico también señala que no existe un color ideal para las heces de un niño, sino que depende de su edad y de los alimentos que consume.
Así, a lo largo del primer año de vida de un bebé, sus heces experimentan numerosos cambios. La variación entre los colores amarillo, marrón y verde puede considerarse normal. La coloración verde, aunque preocupa a los padres, no es motivo de alarma. Está relacionada únicamente con la nutrición. El amarillo mostaza, descrito como el color más común de las heces infantiles, se asocia, por ejemplo, con el consumo de leche materna. Finalmente, en cuanto a la relación entre la nutrición y las heces del bebé, cabe destacar las heces de color amarillo tostado; esto puede atribuirse al consumo de nuevos alimentos, como la leche de fórmula.
Sin embargo, aunque los padres no necesitan preocuparse por los colores descritos anteriormente, no se puede decir lo mismo de las heces de color rojo y blanco.
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Por lo tanto, cuando un bebé presenta heces rojizas, podría indicar la presencia de sangre, especialmente si no ha consumido alimentos de ese color, como la remolacha. Si esta coloración aparece en las heces del bebé, los padres deben contactar a su pediatra de confianza para detectar cualquier problema, ya que podría ser un síntoma de estreñimiento, fisura anal, alergia a la leche de vaca, dermatitis del pañal o incluso un efecto secundario de la vacuna contra el rotavirus.
En cuanto a las heces blancas, cabe destacar que es una afección bastante poco común en bebés. Sin embargo, si se detecta en las heces de un niño, es fundamental contactar con un pediatra, ya que podría indicar problemas de hígado, páncreas o vesícula biliar. Jorge Huberman también enfatiza que si las heces blancas se acompañan de síntomas como diarrea o disentería, se requiere especial atención.
Por lo tanto, se concluye que incluso las cosas más sencillas, que forman parte del día a día de toda madre, deben ser tomadas en consideración al pensar en el bienestar de los pequeños, ya que algunos cambios pueden considerarse normales, pero otros requieren atención y cuidados extra para no perjudicar la salud de los niños.
Y ya que se habla de las heces, cabe destacar otras precauciones para bebés. Sin embargo, las madres que tienen mascotas, especialmente gatos, deben tener en cuenta estas precauciones específicas, ya que estos animales usan la caja de arena para hacer sus necesidades. Es importante estar alerta y mantener siempre la caja de arena limpia para que el bebé no entre en contacto con las heces del animal. Aunque es bien sabido que la toxoplasmosis puede transmitirse por estos animales por simple contacto, esto no es cierto. El gato es, en realidad, una especie huésped del parásito responsable de la transmisión de la enfermedad. Sin embargo, dado que el parásito en cuestión tarda, de media, tres días en formarse, si se mantiene la caja de arena constantemente limpia y al bebé alejado de ella (o se la mantiene en un lugar al que el bebé no pueda acceder), el riesgo de contagio es nulo, ya que para contraer la enfermedad se deben ingerir las heces contaminadas del animal.